Tengo la mitad de mi biblioteca colocada en los armarios de la casa del pueblo y la otra mitad metida en cajas de plástico. Pero por fin, probablemente este fin de semana voy a volver a tenerla reunida por segunda vez en mi vida. La mayoría de la gente que leerá esto cuando lo haga público a lo mejor no entienden nada, pero si me conocen, sabrán lo que eso representa para mí...
Entretanto, voy leyendo de la forma más desordenada. Entre los libros sueltos, el fin de semana me encontré el clásico de Stevenson. ¿Qué decir? Me encantan este tipo de novelas, por más que crezco y por más que las releo siguen siendo mis favoritas. Fueron por las que uno se enganchó a la lectura y esa nostalgia en un ser como yo tal vez pese demasiado, por eso de tanto en tanto, regreso a ellas. Recuerdo que la primera novela que leí tras regresar de Dublín, donde tenía que administrar los libros en español con mucha sutileza, fue la Isla del Tesoro. Este finde, por purita casualidad, volví a Stevenson. Me encanta el relato de ese Londres oscuro y gris y fantasmal y la trama sencilla y magistralmente escrita de esta historia.
Las estantarías están por venir y mientras tanto sigo a salto de mata en mis lecturas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario