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domingo

Idiotas

Cuando Jesús se levantó y reclamó pausadamente nuestra atención pensamos que, llegados a aquel punto, era la hora en que el se ponía a hacer el idiota, y todos nos recostamos en los asientos para ver su show particular. Nos divertía. Sin embargo, aquella última noche del año dos mil seis lo que Jesús nos dijo no fue nada gracioso. Nos confesó su depresión. Nos explicó cómo hasta ahora había estado ahogándola en alcohol pero que era hora de intentar curarse. Dejar de disimular. Acudiría a un profesional y a nosotros sólo nos pedía comprensión. No la culpó a ella. Ni siquiera la nombró pero, todos nosotros sabíamos cuál era la raíz de sus males.

Aquella noche ya no reímos más. Nos tomamos alguna que otra copa y todos intentamos dar palabras de aliento, cada uno a su manera. Estamos seguros que lo superarás, tienes que ser fuerte y todas esas cosas. Yo me sentí un perfecto idiota, como tantas veces en mi vida, por no haberme anticipado a aquello. Idiota y culpable. Era mi amigo y en cierta forma yo había propiciado aquello, no evitándolo. El día nos alumbró y con él un nuevo año bautizado en la pila de la tristeza. os fuimos de aquella playa. Y ya nunca volvimos a ser los mismos.

Después el tiempo pasó y no hubo pastillas que curasen el mal de Jesús. Ni pastillas ni palabras. Un día, se murió, en silencio. Dejó una nota, fiel a su estilo. “No se torturen, ni busquen explicaciones, me he muerto de pena.” Para aquel entonces yo ya me había casado con Carmen y me creía tan feliz. Los demás también se creían así, felices, con sus perfectas vidas organizadas y tan alejadas unas de otras pese a la cercanía. Acudieron al sepelio a derramar sus convencionales lágrimas por él y nos dimos palmaditas en los hombros, entre sollozos, recordándolo tal como era antes de aquella nochevieja que ya nos quedaba tan lejana. Me sentí hipócrita, falso, idiota de nuevo ante aquel guión perfectamente establecido que no hacía justicia a lo que un día fuimos y culminaba en lo que nos habíamos convertido. Aquel día, muchas cosas dejaron de tener sentido para mí y sobre todo, repudié mi vida, la de todos, por haber simulado aquella escena. Aquella terrible escena que todos representamos para acabar volviendo a nuestras vidas, a esa horrible cosa en la que habíamos degenerado. Con nuestras certezas y seguridades, ahora tan ridículas. Salimos del cementerio para no volver, para refugiarnos de nuevo en la mentira, la peor de las mentiras, que es la de nosotros mismos.

Aún ahora, que tanto tiempo ha pasado, no puedo dejar de reprocharme aquello. No puedo superar la sensación de idiotez que me atrapó aquel día y que me acompañará hasta que muera. Tal vez porque como Jesús me dijo un día, el tiempo solo entierra aquellas cosas que el corazón ha dado por muertas. Y estoy seguro que el tiempo jamás podrá enterrar algo tan terrible como que un amigo, tu mejor amigo, se te muera de pena.


©José Luis Pineda Requena
Córdoba, 03 de enero de 2007

14 comentarios:

Libelula dijo...

Morirse de pena.. que nos hace gozar con el dolor?
Linda historia.. realmente bella.

Anónimo dijo...

Capi!!qué relato!!

Qué frase,por favor...
"El tiempo solo entierra aquellas cosas que el corazón ha dado por muertas"

No tengo palabras para comentar esto... o si?

Eres el mejor!!!

Anónimo dijo...

Desde hace un tiempo vengo siguiendo tu blog. Para mi viene siendo un ritual finalizar la semana el domingo por la noche con la intriga de un nuevo relato tuyo. Tienes la capacidad, a través de tus palabras, de llegar a tocar las emociones de quienes te leemos. Por tus argumentos, por lo que tratan y por cómo lo cuentas, es imposible no labrar una emoción, una sensación, una opinión o una confrontación, porque tu forma de escribir y sobre lo que escribes llega a quienes te leemos.
Dices que son relatos, aunque particularmente no acierto a distinguir en tu escritura donde acaba la ficción y sale a través de tus palabras tu esencia, lo que llevas dentro.
Para mi, toda persona capaz de desarrollar un arte es digna de admiración y tú a través de tu pluma tienes y mucho, torero ¡!
Hoy voy a atreverme a hacer un comentario respecto a este relato, respecto a esa preciosa frase del último párrafo. Hay veces en las que el corazón, como la razón, necesitan tiempo para aprender, para comprender. Lo complicado de ese proceso es que nos viene por una situación que nos provoca tal dolor que la razón y el corazón saltan enfurecidos tal cual caballos desbocados. Pero esos mismos sentimientos, que por su belleza, por su pureza en esencia, corren por nuestras venas sin control, cuando encuentran la calma, cuando se encuentra la forma de llegar a ellos y acariciarlos, es cuando pueden transmitirnos su verdadera fuerza. Domar un caballo salvaje no es fácil, pero una vez que se consigue se puede disfrutar de la más gratificante cabalgadura. No obstante, esta forma de pensar no deja de ser más que mi humilde opinión, en este caso en particular, la que me provocan tus palabras.
Leerte es un placer. Gracias.

Anónimo dijo...

Q bien me siento al ser el inspirador de este precioso relato. Mucho mejor q el día d ls revelaciones, jaja. Creo q has captado perfectamente lo q sentí ese día y como me siento. Ya t he comentado q metafóricamente "he muerto de pena", ahora toca la reconstrucción. ya sabes, ChusCaleri 0,0
Gracias por esto, lo guardaré siempre

Daniela dijo...

José Luis...los comentarios de tus amigos tiene un contenido poético, lástima que no tengan blog.
Me gustó mucho el relato, aunque es un tema al que le tengo respeto. Tienes el arte de escribir lleno de encanto, me gusta porque no predomina el yoísmo, todo lo contrario vas tomando en cuenta a los demás para llevarlos a tu delicada pluma.
Por supuesto también tengo algo que decir de la frase subliminal..."el tiempo solo entierra aquella cosas que el corazón a dado por muertas"...nada de lo que toque nuestro corazón, puede ser enterrado tan fácil, pienso que se puede enterrar lo superfluo, lo que simplemente han tocado nuestros sentidos, pero recuerda que el corazón tiene razones, que la razón no comprende, es la razón la que puede intervenir para olvidar, es ella la que considera que están muertas, el corazón cuando interviene, frena la razón y no permite el olvido. Te quiero y siempre te admiraré.
Besos cariño.

Anónimo dijo...

Capitán, no está mal.
Me alegra volver a este blog que encontré por casualidad, ahora que mi enfermedad me lo permite.
Un consejo: escribe algo que no tenga que ver con el amor-desamor. Desarrolla tu músculo literario ejercitándolo con situaciones (describe: una cucaracha cruza la pared ante tus ojos). Cuida más la sintaxis (¿"estoy seguro que"?).
Espero el próximo.

Anónimo dijo...

Amor...lo haces demasiado bien , no le hagas caso a la envidia, desde que te conocí amo como escribes, quë sintaxis...jolines!!!
Besos.

Anónimo dijo...

Anónimo (seguramente "anónima"), no es envidia. Yo admiro a cualquier persona que escribe, lo haga como lo haga; y el Capitán no lo hace del todo mal. Pero me aburre un poco el halago constante y repetido que no abre caminos a la reflexión.
Estoy seguro de que el Capitán no necesita que le digan que "lo hace demasiado bien" para seguir escribiendo. A lo mejor prefiere que alguien que tiene ya más años de lo que se merece y ha leído mucho le señale lo que puede mejorar. ¿No crees?

Capitán Alatriste dijo...

Muchas gracias a todos por vuestros comentarios, reflexiones y opiniones.

Quiero agradecer especialmente a Pablos su reaparición. Tienes toda la razón en tu último mensaje. Toda. Comentarios como los tuyos son importantes para mí.

Estoy deacuerdo con la monotonía desamor-amor que inunda gran parte de mis relatos. Estoy explorando otras vías. Pero agradezco mucho que me lo digas.

Saludos

Anónimo dijo...

Estupendo blog, enhorabuena...
Si no te importa te he enlazado a mi espacio
Un saludo de un paisano
Miguel A.

Anónimo dijo...

Me doy cuenta que Pablos te dice , lo que quieres oir, bueno le damos paso a la experiencia y a la sabiduría del anónimo para que nutra tu vida y te de los consejos. Eso de "demasiado bien" es mí criterio y el Sr ese mayor que opina tiene el suyo. Lo importante es que tú sigas el camino que te llene y pueda nutrirte para escribir cualquier tema.
Besos.

Anónimo dijo...

jesús yo guardarè tambien tu amistad para siempre aunque te queden pocos años de vida (dicho por ti) algun dia se inspirar el capitán en mi, aunque me conformo con estar aunque sea de actor secundario en alguno de ellos


P.D.Soy el que hizo guardia en el salón

Alice ya no vive aquí dijo...

el tiempo solo entierra aquellas cosas que el corazón ha dado por muertas.

Por eso conseguimos enterrar tan pocas cosas, porque para el corazón, siguen estando vivas...

Lena dijo...

Cada uno escribe sobre lo que le remueve por dentro, si la linea de amor-desamor es la que sale por naturaleza, ¿por qué modificarlo? Una vez mas...me quito el sombrero ante el relato. Hay gente que muere de pena, está confirmado.
Besos,
Lena.