El fin de semana se planteó fiel al estilo de vida de los últimos tiempos: sobre la marcha. Por la mañana me surgió la posibilidad de irme al Puerto a casa de Jesús y me sedujo la idea de sol y juerga, gente nueva tal vez. Demasiado cansado de feria como para enfrentar la del pueblo sólo una semana después de haber apurado hasta límites inusitados la de Córdoba.
Podríamos decir que estuvo bien. No apoteósico pero bien. Laura fue una chica que me produjo unas sensaciones extrañas, contradictorias, diferentes. Simpática, rara. Coincidimos en el tiempo en Granada y coincidimos en señalar aquélla como la mejor época de nuestra vida.
Poco más que destacar.
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