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jueves

El último mohicano

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Desde esta misma mañana, el fútbol está un poco más vacío, es un poco más insustancial, es una vez más un frívolo negocio. Fernando Torres ha dicho basta. El niño eterno, cansado de proyectos menores que no estaban a la altura de la historia del club que le contó su abuelo, ha desistido del grandioso ideal de llevar al equipo de su infancia, al equipo del que es hincha, a recuperar de nuevo su grandeza. Lo intentó, de todas las formas posibles, pero el hastío acabó por vencerlo y ha optado por marcharse. El último mohicano de nuestro fútbol se ha rendido. Se apaga una de las últimas velas de romanticismo que alumbran un fútbol cada vez más corrupto y falso, cada vez más manchado por la pérdida de hombres como él.

Hoy es uno de esos días en los que uno, que siente los colores, quisiera despertar y descubrir que todo es una maldita pesadilla, despertarse para poder seguir creyendo. Pero la realidad es que no ha habido despertar alguno, sino una fatídica rueda de prensa en la que un presidente juzgado y declarado culpable por el Tribunal Supremo por apropiación indebida del club que expolia y ningunea, ha hecho una loa a Fernando y le ha deseado lo mejor. Un presidente que con la connivencia del otro propietario, llegó a un club que era el tercero de España y al que en un efímero período de tiempo han convertido en el quinto, han llevado a segunda división, lo han mancillado, vilipendiado y dejado tan lejos de los títulos que ya ni siquiera se recuerda cómo era la lucha. Un presidente al que, tal vez porque no tenga, no se le ha caído la cara de vergüenza cuando el mejor jugador que han visto sus ojos, a su derecha, decía que se iba al Liverpool porque le ofrecía un proyecto deportivo que aquí no tenía. Ha habido un momento entonces que dudé si era el Getafe o el Atleti, al ver la sonrisa de felicidad de ese presidente ignominioso que no se merece la grandiosa historia de ese club, sonrisa propiciada por lo único que tal vez le preocupara en ese instante, que era ver cómo salía ileso en la inculpación del famoso caso Torres. Para completar el surrealismo de esta historia, el máximo accionista, mientras acontecía la mayor desgracia de este club desde su llegada al mismo, se encontraba de vacaciones.

Ya está, se acabó. Torres lo ha dicho claro: "La decisión ha sido mía". Ha preferido cambiar la gloria eterna por una tal vez más rápida, pero sin duda más insulsa. Le ha podido la sed del momento, la sed del que se siente un campeón enjaulado. Personalmente no se lo reprocho, me parece lícito, humano. Ha soportado demasiado. Pero yo, en contra de toda esta prensa hipócrita que nos secunda que lo han estado vendiendo vil y falsamente desde que tenía diecisiete años por el único motivo de ser y sentirse del otro equipo de la capital, pienso que Fernando se ha equivocado. Podría haber sido un mito en el Atleti. Con sus números, habría sido sin duda el mejor jugador de la historia del conjunto rojiblanco y creo que ninguno de los trofeos que pueda conseguir en el club de Anfield -que también está por ver- podrán alcanzar tanto peso.

Ahora, en el Atleti se abre un nuevo capítulo. Torres ya no está. Ya no habrá más parapetos. Ya solo les queda por vender el Calderón. La afición adormecida tal vez despierte y entonces, tal vez de una vez se exija a los gestores y apropiadores indebidos tanta barrabasada, tanto destrozo de la historia y así quizas por fin todo cambie. Cambiar para no seguir cambiando, para volver a ser lo que fuimos, curiosa paradoja. Cambiar de una vez. Mientras tanto los niños que hoy lloraban su marcha desconsolados, continuarán recordando a Torres, quien desde aquella gris ciudad nos seguirá añorando, y alentando. Y nosotros a él. Porque aunque no se lo crean, hay amores que son para toda la vida.

Suerte Fernando y GRACIAS POR TODO.

You'll never walk alone.


1 comentario:

Anónimo dijo...

A ver si fichan a anelka, que juega bastante mejor que el rubiales... y además tiene un glorioso pasado blanco.