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jueves

Caminito

Era un día en que el sol daba un brillo especial a todas las cosas. Había un silencio extraño hasta que un gastado acordeón entonó la música del tango. Una mujer madura con los labios pintados de un intenso rojo se ofreció para que le tomara una foto, un pesito, no más, pero a él le dio vergüenza detenerse. Bajó por el famoso caminito con andar pausado, mirando arriba, deteniéndose en cada ajado rincón, viendo a las mujeres asomarse al balcón a sacudir una sábana como si abajo no estuviera pasando nada nuevo. No reparó en los negocios de fruslerías turísticas que invadían el paseo, fascinado como estaba por el ambiente que envolvía aquella escena. Llegó al final y enfiló hacia la cancha de Boca, en el trayecto vio niños descalzos entrar y salir de portales, cruzando la calle a patear un balón entre unos bancos. Pensó que aquello debía ser lo más parecido a un potrero urbano. Al llegar a la Bombonera, vio a un tipo con la bufanda de River al cuello y entonces, por un instante, pensó de veras que aquello podía ser un sueño. Se sentó frente a un tenderete de bufandas azul y oro y tuvo unas ganas irresistibles de llorar. 

Acababa de llegar, pero ya estaba deseando volver.

Caminito que el tiempo ha borrado 
Que juntos un día nos viste pasar 
He venido por última vez 
He venido a contarte mi mal. 

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