Se detuvo en el semáforo en ámbar. Al mirar el asiento vacío recordó.
Una vez, ese lugar tuvo una segunda piel. Conducían sin prisas, con destino a ninguna parte y lo hacían alegres, dichosos. Ella estaba descalza con los pies cruzados en el asiento y sonreía y se hacía un lío entre los mapas y rutas que había que tomar. Jugaban al ahorcado para entretenerse, mientras dejaban kilómetros a sus espaldas.
Él no quería que ese viaje terminase nunca y la miraba cómplice, sintiéndose privilegiado. La inundaba de verde con sus ojos y ella, inconsciente, seguía riendo y enfadándose por lo pronto que él acertaba siempre sus palabras. Concentrado en aquella carretera lejana pero mirándola de reojo, se admiraba con ese halo de niña que todavía conservaba y que tanto lo embrujaba. Pensó que siempre le había dicho que la trataría como una reina pero ahora él sabía que eso no alcanzaba. Porque no habría habido ni habrá reinas como ella. No existían palacios que puedan acogerla en su inmensidad. Le construiría uno, lleno de futuro, de ilusión, de amor. Un palacio rojo que nadie, sino ella, podría habitar. Ella, pareció descifrar sus pensamientos y se giró espontáneamente en el asiento, para acercarse y besarlo tenuemente en el cuello.
El semáforo se puso verde y, estremecido, dirigió una última mirada a aquel asiento vacío preguntándose si ella algún día encontraría un palacio como aquél.
©José Luis Pineda Requena
Córdoba, 22 de octubre de 2006
Una vez, ese lugar tuvo una segunda piel. Conducían sin prisas, con destino a ninguna parte y lo hacían alegres, dichosos. Ella estaba descalza con los pies cruzados en el asiento y sonreía y se hacía un lío entre los mapas y rutas que había que tomar. Jugaban al ahorcado para entretenerse, mientras dejaban kilómetros a sus espaldas.
Él no quería que ese viaje terminase nunca y la miraba cómplice, sintiéndose privilegiado. La inundaba de verde con sus ojos y ella, inconsciente, seguía riendo y enfadándose por lo pronto que él acertaba siempre sus palabras. Concentrado en aquella carretera lejana pero mirándola de reojo, se admiraba con ese halo de niña que todavía conservaba y que tanto lo embrujaba. Pensó que siempre le había dicho que la trataría como una reina pero ahora él sabía que eso no alcanzaba. Porque no habría habido ni habrá reinas como ella. No existían palacios que puedan acogerla en su inmensidad. Le construiría uno, lleno de futuro, de ilusión, de amor. Un palacio rojo que nadie, sino ella, podría habitar. Ella, pareció descifrar sus pensamientos y se giró espontáneamente en el asiento, para acercarse y besarlo tenuemente en el cuello.
El semáforo se puso verde y, estremecido, dirigió una última mirada a aquel asiento vacío preguntándose si ella algún día encontraría un palacio como aquél.
©José Luis Pineda Requena
Córdoba, 22 de octubre de 2006
20 comentarios:
Jose Luis,como puedes sacar de una parada en un semaforo esto? Me has hecho recordar mas de un viaje!
No te puedo decir mucho mas porque por poco o mucho que te diga sobre lo que escribes me quedaré corta siempre.Me encantó.
Sueño con el dia que me construyan a mi ese palacio!
Un besito
José Luis...me dejas como siempre atrapada en tus hermosas palabras, me pregunto...¿será posible encontrar a alguien que me considere una reina, y me construya un palacio en su bello corazón?...Aiinnss.
Besos amor.
Sinceramente, un relato emocionante.
No se si conoces http://planeta.cordobapedia.org/ pero estoy mirando y no te veo por allí. Cuando tengas un rato mira la introducción y avisa para que te incluya Sergio.
A veces buscamos felicidad en grandes cosas, y puede estar en un eterno viaje con la compañera idónea.
Saludos
Vaya. Otra historia de esas que nacen en un semáforo. Me ha encantado :)
Parece mentira como los recuerdos se esconden en cualquier rincón de nuestra memoria esperando que una señal de un día cualquiera, los despierte.
Un abrazo
Yo soñé que era una reina y que un hombre con ojos preciosos me regalaba un castillo rojo, pero fue solo un ilusión porque cuando hubo un cambio de luz…de la noche oscura al sol de la mañana mire y el ya no estaba…era solo un sueño...yo nunca tuve nada.
Cariños…
Marcela
La nostalgia puede colarse por cualquier rendija, ya sea ante un semáforo en rojo o frente a la parada del autobús. Cuando un recuerdo decide visitarnos, sólo podemos abrir la puerta y dejarlo pasar.
Un preciosa historia, Capitán ;-)
Capitán: Yo soy así...arrebatada! Como lo que escribo, será por eso que lo notaste en mis letras?
El final...así son algunos finales...
Besos y bienvenido Capitán!
Ah y una cosa. Cuando hice público el blog me dije que no borraría ningún comentario a no ser que rebasase unos límites.
Alguien ayer de madrugada dejó un comentario ofendiendo a una de las personas que dejan su comentario en este post. Lo peor es que lo hizo suplantando la identidad de una de las asiduas. Me parece estúpido y ridículo, pero bueno, allá cada cual con su aburrimiento.
Comentario borrado.
Besos. Amor y buen rollo.
Alicia, la segunda cosa que más me apasiona de la literatura es cuándo surge la inspiración. A mí al menos me ocurre en las situaciones más inverosímiles.
Daniela, ¿pero qué cosas me preguntas...?
Exactamente eso. Que podríamos disertar horas sobre lo que es amar.
Gracias Óscar por agregarme. Interesante ese proyecto.
Noa, yo aprendí a no ver la felicidad en grandes cosas. Ahora sé que está en las pequeñas.
Dsd me resulta especialmente gratificante gustar con mis escritos a gente que escribe como tú.
Isthar, los recuerdos. Que gran tema para pasarse horas escribiendo. Aunque por el momento, tras lo que me dijo un gran amigo..."Cuidado con buscar en los recuerdos...eso es que te haces viejo".
No desistas mar. Un día, habitarás un castillo hecho para ti. O eso dicen. Por si acaso, entretanto, vive.
Alice, la nostalgia es una putada, sobre todo para gente como yo.
Tormenta. Gracias por tu visita, pasaré cuando pueda a leer tus versos.
Roci, muchas gracias por venir. Me alegro muchísimo que te haya gustado.
Ese viaje que hicimos
no lo voy a poder olvidar.
Pasan imágenes por mi cabeza
que apenas me dejan estar.
Tú te pusiste delante,
dijiste que ibas a conducir,
con una sonrisa tan grande
que no pude más que sonreír.
Todo el camino esquivando camiones,
mi corazón se iba a salir
cada vez que te volvías a mirar hacia mí.
Me preguntaste si estaba asustado,
y yo no sabía que decir,
sólo pensaba que no me importaba morir.
Latas vacías de cerveza
se apilaban en el asiento de atrás,
hasta la próxima gasolinera
donde parar a por más.
No me preguntes si te echo de menos
porque no podría mentir,
pero he traído un regalo
que puedes oír,
que te haga sentir
lo que siento yo aquí.
'La Cara De Niki Lauda'
UIIII GRACIAS POR TUS SALUDOS EN ESE BLOG DE POESIAS
BORGES SIEMPRE OCUPA UN LUGAR ESPECIAL
GRACIAS POR TUS SALUDOS
TIENES UN LUGAR ENCANTADOR, ME HA GUSTADO MUCHO
TE DEJO BESITOS Y QUE ESTES MUY BIEN, UN ABRAZO
BESOS Y SUEÑOS
Bonita reflexión...
En una pasada cuando te hacen sentir como una reina, qué lástima que todo sea tan efímero...
Irene si tienes una desactivada el cerebro jejeje , que malo soy.
Capitán Ala Triste.
.
.
.
Esas miradas cómplices construyen un palacio habitado por quienes las cruzan...
Bello relato!!!
SLDS
Pues creo que no. Lo mismo ha encontrado un palacio, pero no como aquel.
Encantada con tu visita .este finde leere con calma tu blog .
Hasta ahora lo que he visto precioso. Ah, y tenenos muchos libros preferidos en comun .
Besos y gracias
Desorden, no te digo nada que cuando te veo me acuerdo del fútbol y acabo de llegar jodido. Bonita copla.
Freyja, gracias por pasar por aquí. Me alegro que te haya gustado mi rinconcito.
Dulcinea, es una lástima que todo sea tan efímero y que a veces se encuentren tan pocas veces reyes y reinas con vocación.
Gata, las miradas y los silencios a veces dicen más que miles de palabras.
Churra gracias por tu visita, espero que disfrutes lo que leas.
Al anónimo aburrido, un besito.
oooooh! me has transportado del semáforo a.....
sentarme contigo encima de una nube y balancear nuestros pies descalzos.......i reir i reir i reir......que bonito...que dulce...
Gracias!!!
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