Se deslizó de un lujoso coche y mientras se acercaba lentamente y buscaba el abrazo, la sonrisa antigua se le dibujó en la cara y sus ojos estuvieron menos hundidos y su piel menos estirada. Tantos años después, con tanta vida a las espaldas, todo había vuelto al principio. Siempre había sido lo mismo. Tuvieron miedo estar solos.
©José Luis Pineda Requena
Córdoba, 29 de abril de 2009
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