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miércoles

Siempre lo mismo

Había pasado mucho tiempo. Tenía los ojos hundidos en un rostro artificialmente estirado que trataba de disimular las huellas del exceso, la piel blanquecina, un traje elegante, unos distinguidos movimientos que no siempre le pertenecieron.

Se deslizó de un lujoso coche y mientras se acercaba lentamente y buscaba el abrazo, la sonrisa antigua se le dibujó en la cara y sus ojos estuvieron menos hundidos y su piel menos estirada. Tantos años después, con tanta vida a las espaldas, todo había vuelto al principio. Siempre había sido lo mismo. Tuvieron miedo estar solos.

©José Luis Pineda Requena 
Córdoba, 29 de abril de 2009

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