- ¿Qué voy a hacer con una orquídea en Pamplona? Dios, una puta orquídea, ¿a quién se le hubiera ocurrido?. Estamos en Pamplona, no en Guayaquil ni en Papeete ni en ninguno de esos lugares que jamás conoceremos si no es por los frustrados deseos que siempre tendremos de habitarlos. Tal vez en otra vida, en una vida en la que espero no volver a encontrarme con él. Una orquídea. Lo único que estaba pidiendo era un poco de ayuda, un pequeño empujoncito, algo que alivie el empinado camino en el que a veces se convierte todo. Maldita la hora en la que pensé que él podría ayudarme. Maldita la hora. Soy estúpido, ¿qué podía esperar de él? A veces me gustaría saber qué puede tener un tipo en la cabeza cuando se presenta en plena calle de la Estafeta con una puta orquídea de los cojones. ¿Cómo espera que pueda inspirarme con eso el muy imbécil?
- Deja de hablar y ponte a pintar de una vez. Pinta la puta orquídea.
1 comentario:
Hola amigo. Casi por casualidad llegue a tu blog! me parece muy interesante! te ofrezco que visites mi blog que es humilde pero quizas te guste.
www.jnfc.blogspot.com
hacete seguidor! un abrazo
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