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Una mano

Una mano que se desliza desde el asiento del copiloto, despojada de anillos, con los dedos nervudos, las uñas bien cuidadas para disimular el paso de los años. Una mano que toca disimuladamente la pierna que conduce y lo hace con suavidad, temerosa, queriendo dar mensajes sin palabras, hablar sin ruido. Una mano que recorre suavemente la pierna, en intervalos rítmicos con los que quiere sumirse en el pozo de la placidez, en un abismo de tranquilidad y esperanza. Una mano cansada y ágil a la vez. Una mano que ha batallado en la guerra y conocido el infierno. Y ahora quiere comenzar de nuevo, lenta y calladamente, desde el asiento del copiloto.


©José Luis Pineda Requena
Córdoba, 21 de enero de 2011


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