Ando ausente de la tecla.
Cambiando pañales, caminando incrédulo por los días más felices de toda mi vida entera. Como flotando en una nube, junto a la madre de mi hijo, que el azar puso en mi camino de una forma sigilosa, nada estridente, que yo casi sin darme cuenta supe detectar. No fue fácil aunque lo pareciera. A veces es un buen refugio creer en el destino.
Ahora caminamos juntos henchidos de felicidad y se nos saltan las lágrimas de la emoción cada vez que miramos a Darío, que es la concreción del amor. La realidad del amor. La bendición del amor.
Espero volver algún día de estos.
1 comentario:
Felicidadessssssssss!!!!!!!! :D
Mientras la ausencia tenga sonrisa.. bendita ausencia, como bien has dicho ;)
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