Por fin he visto la película del gran Emir Kusturica sobre el grandísimo Diego Armando Maradona. Cuando dos personajes tan extraordinarios se cruzan, pese a que ni siquiera hablen el mismo lenguaje ni tampoco el mismo idioma, terminan entendiéndose de una forma especial. La manera en que los genios conectan. Y el resultado son flashes del Dios del fútbol todavía no vistos, o vistos desde una óptica diferente. He disfrutado mucho. Maradona me sigue emocionando, pese a todo.
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